PONIENDO CARAS

Últimamente una de las cosas que más me gusta hacer es poner caras raras. Puedo ponerme delante de un espejo y hacer muecas, fingir que lloro, fruncir el ceño... es algo que hago casi siempre que me subo al ascensor y que no me cansa. A veces, incluso, a pesar de que por lo general soy bastante presumida, me gustar poner caras raras también para la cámara, aunque solo sea para que luego me enseñen la foto en el visor y partirme de risa.

Normalmente no soy una niña demasiado mimosa. Me gusta ir a mi aire. Un abrazo de vez en cuando está bien, pero no hay que abusar. Aun así, a veces tengo un momento un poco más mimoso y entonces no hay quien me separe de mamá o de papá. Eso es lo que me pasó el día que nos hicieron esta foto en la costa de Lugo. Después de despertarme de bastante mal humor y pasar el primer rato de la mañana bastante enfadada al final tuve uno de esos ataques de mimos y... bueno, ya veis la foto.

ÉZARO

El otro día fuimos a Ézaro, un sitio que está bastante lejos. Mis padres querían visitar una cascada y para que no me aburriese durante el viaje en el coche se fueron inventando una historia de princesas prisioneras en un castillo, sirenas que vivían detrás de la cascada, lobos que vivían en las montañas... Al final no solo consiguieron que hiciese el viaje con bastante calma sino que, incluso, al llegar quise bajar con papá hasta la orilla del río y hacerme unas fotos a pesar de lo mucho que llovía.